miércoles, 14 de mayo de 2008





Una voz aclama en mi inconciencia el deseo de vivir. En cada cuerpo, en cada alma, existe la esencia y la pureza, nuestros actos marcan la ruta de nuestras vidas y nos abren una puerta a lo desconocido y nuestras almas se unen en ello para subsistir.

Lo negamos con una rotundidad absurda y compadecemos a los que la sufren. Olvidamos y damos por lejano el hecho de que nos pueda suceder.... pero es incierto. Es como un escudo que crea nuestro cerebro y nos hace evadir la realidad. Pero no es así; la puerta del destino puede abrirse en cualquier momento, o simplemente darle una vuelta a la cerradura para avisar sobre lo que sucederá después.

Es difícil y perturbador ver que esa llave ha girado un cuarto de vuelta y terminará de abrirse algún corto tiempo después; pero no es tu puerta, ni tampoco tu llave. Es la de alguien más, alguien, quien indirectamente en tu vida, o tal vez directamente, es un pilar para tu existir, para lo que conoces, o más bien la base que hace que todo funcione, y aún más, lo que te hace la vida agradable.

Ese tipo de llave jamás deberían dar vuelta en su puerta, pero es inevitable vivir tanto y no ser la base o un pilar para alguien; pero si así fuera, nadie cruzaría y permaneceríamos aquí eternamente... lo entiendo y lo asumo, pero es difícil superar esto.... por ello debo tratar, en lo posible, de hacerle justicia a la vida mientras la llave no gire completamente.


((Esto ha sido escrito una noche en la que pensé perdería a mi abuelo por cáncer, mientras el frío me envolvía y los perros aullaban haciendo de mi vida un triste momento... gracias a dios... el diagnostico era errado.... y ahora estoy feliz de que esos sentimientos se hallan alejado.... pero sin embargo no se debe olvidar hacerle justicia a la vida antes de que la llave pueda girar))



Giuseppe Scaduto Z



martes, 13 de mayo de 2008


El suelo de la mágica nube se ha roto al fin y, aunque me aferro con todas mis fuerzas a esos gigantescos pilares blancos, una fuerza desconocida me hunde cada vez más a ese mundo incierto hostil al que pertenezco y no quiero volver.

Un ave me sujeta entre sus garras, y me eleva sobre el mundo, estoy cerca aún de la nube y me duele dejarla. El pecho se me hace pedazos y mi mente repite, a mil veces por segundo, cada uno de los buenos y espectaculares momentos que he vivido sobre la nube. El ave chilla con fuerza y acelera su vuelo. No desciende... solo se aleja paralelamente de la nube dejando, cruelmente, que vea a cada segundo cuantos miles de kilómetros me aleja de ella. Veo aquellos habitantes de la nube, tan amables y serviles levantando sus brazos en despedida. Me siento aun peor y mis ojos se cierran en un broche de lágrimas que deseaba profundamente que salieran, como si con ellas mi tristeza se anulara, pero no es así...

La nube, ahora que me he alejado, a mi vista solo es un punto y la gigantesca ave ha abierto sus alas y me ha dejado caer, el viento sopla con fuerza y se
que el golpe será duro, pero no siento miedo... siento decepción por dejar muchas cosas que aprecio y admiro, muy lejos... y ahora puedo ver esos habitantes de la tierra hostil y siento, ahora si, miedo de habitar nuevamente en ese triste lugar.

Un golpe tan caliente y fuerte como una espada recién forjada, me avisa que he vuelto a la tierra hostil y que debo vivir como uno más de ellos.... e internamente me niego…
...me niego y no se porque.