lunes, 15 de octubre de 2012

22...

...que número tan extraño.

     No lo había notado hasta hoy pero viendo los símbolos simulan dos rostros perfilados mirando a un lado izquierdo, perdiéndose entre las sombras del resto. También pareciera que un elemento precediera a otro ordenadamente.

     Dos elementos iguales, como el 11… considerado por mí como un número mágico, pero a su doble expresión.

     ¿Qué conseguí? Muchas cosas: defender mi tesis, terminar mi carrera, comenzar nuevas historias (escritas y reales), graduarme, conseguir mi primer trabajo con un título en la mano,  conocí a algunas personas, viajé un par de veces, me di cuenta de muchas cosas, gané nuevos miedos (pero que es la vida sin un poco de eso) y sobre todo, superé lo que necesitaba ser superado.

     ¿Qué perdí? Un año…  una pizca de juventud física (nada importante en realidad) pues en mi mente soy ese Peter Pan que sin Campanita será un niño-joven-eterno y bueno, no tan perdido como el señor antes mencionado. Y pues, aunque mis proyectos pasan otro año en su cueva, creo que lo necesitaban. Después de todo no ha sido para nada inútil.

     Y ahora a cinco minutos de llegar los 23… me despido de ese número que una persona me dijo que era mágico, y ahora que he regresado un poco la cinta, creo que tenía razón.
Muero de curiosidad por saber que me espera, estoy seguro de que algo fantástico está justo ahí. 

jueves, 2 de febrero de 2012


     Y si, se hace imposible dormir. Un huracán ha puesto casa en mi estomago y un tsunami sacude mi corazón y nervios haciendo de mi sistema una completa tempestad. La emoción corre por las venas como un rio desbocado crecido por la lluvia y mi pulso se convierte en un indudable terremoto de escala imposible  de registrar.
     Horas para que la tormenta termine, solo horas para que todo sea una total historia, horas para que se decidan muchas cosas. Aún así, no paro de flotar en medio de todo, subiendo cuando el viento huracanado me lanza a las alturas y me deja tocar las nubes, para luego bajar en picada con la fuerza del oleaje. Esta será la tormenta perfecta. La tempestad para la que he esperado casi seis años y por fin enfrento una tormenta que es solo parte del show, una por la que muchos han pasado y que ahora es tiempo de calmar con mis propias manos.

sábado, 14 de enero de 2012


     
     El desierto se ha abierto paso, el viento sopla con fuerza y la tierra golpea la piel como agujas tratando de penetrar en los poros. Los pasos se hacen pesados cuando tus pies se hunden y lo único que pides es poder ponerlos en un espacio estable. El sol quema con la intensidad del fuego, los ropajes no son más que un intento de protección y es claro que mi boca está tan seca como la tierra bajo mis pies. El sudor no ayuda, me hace sentir más pesado, más de lo que estoy. Muevo mis pies con dificultad hasta la cima de una duna; siento hundirme un poco, pero no lo suficiente para dejar de apreciar el horizonte.

     Oh, el horizonte… lleno de un oasis de posibilidades y oportunidades que esperan. Pero ¿qué pasa con mis pies? ¿Por qué están cansados cuando tienen tantas posibilidades a tan pocos pasos?  ¿Por qué mis fuerzas tienen ganas de apagarse faltando tampoco? ¿Por qué me traiciona el pensamiento y me convierte en mi peor enemigo? ¿Qué pasa que mis ojos solo quieren cerrarse y dormir? Estoy dejando que me afecte el calor, la presión y el viento en contra… debo detenerlo pero aunque ocupo todo el tiempo que puedo en ello no logro conseguir la respuesta de ese “¿cómo?”. Mi garganta está seca y mis labios parecen hechos de cartón, mis ojos arden con la intensidad de la luz, pero aún así no puedo cerrarlos, debo continuar. 

     La brisa sopla con ímpetu, como tratando de imponerse en mi camino, pero bajo la mirada para no quedar ciego con la tierra que me arroja y trato de dar un paso más. ¡Increíble! Bajo mis pies está un pequeño charco del que no pierdo oportunidad y bebo. La sed se sacia un poco, pero el sabor del agua es extraño, desagradable, nada de lo que esperaba. Es imposible de tragar, ni siquiera como remedio momentáneo, mi cuerpo lo rechaza inmediatamente, esto no es lo que esperaba, esto no es lo que quiero. ¿Por qué tanta inconformidad? ¿Por qué tanto rechazo a esta pequeña oportunidad? Debo estar siendo desagradecido, pero con el oasis que creo que tengo por delante (aunque no esté allí aún y puede que sea un espejismo) me es imposible disfrutar de esto cuando siento que hay algo mejor esperándome más adelante, pero ¿qué hago si mis pies ya no quieren caminar? ¿Qué hago con mis labios secos y la cruel sed que no me deja andar, con la, poco amable, presencia del sol que acaba con cada gota de humedad en el oxigeno y las serpientes que merodean mi camino a cada paso y con las que estoy cansado de lidiar?… tengo que conseguir una respuesta pronto o la noche llegará… llegará y estaré aquí solo sin poder ver hacia donde voy, y otra noche no quiero pasar…. ¡No más!