sábado, 23 de abril de 2011

Humo Intangible, ciertamente visible...

Frases de aquí y de allá, asaltos de sabiduría o divagaciones del alma cuando viaja más allá de las experiencias que recuerdo...

"Respirar el aire del orgullo absurdo solo llenará tus pulmones de soledad...

"Quien no sufre, no ama...
Quien no ama no ha sido feliz...
Quien no ha sido feliz, no ha vivido.

"Si me dices que el día es hermoso y soleado, pero me enseñas una foto con el cielo nublado, no puedo creer en tus palabras sino en aquello que me has mostrado.

"Las palabras "NUNCA" y "SIEMPRE" tienen tanta profundidad que pronunciarlas podrían funcionar como un hechizo capaz de desvanecerse ante cualquier fuerza exterior...

"Me canso de palabras prefabricadas, momentos repetitivos, pensamientos inconsistentes y la veloz prisa del tiempo...

"Jamás he de creer ciegamente en las palabras... aunque ellas sean mi refugio

"Si no existieran tantos cálculos, no veríamos la vida tan imperfecta.

martes, 12 de abril de 2011

Memorias de un Fantasma VII


El sol salió con una inminente prisa tomándome por sorpresa mientras me sentaba en el tejado de su casa. Veo las nubes acunar en un arco invertido las líneas de sol que se escapan a través de los pocos agujeros en los que pueden escapar. Cuan libre es el sol, que puede esparcirse por el mundo y darle vida a cualquier cosa que toca, nadie puede detenerle y vivir, le falta mucho por vivir.

Como quisiera que todo fuese como antes, donde el mundo se movía y yo no me percataba ni me preocupaba de su giro. No estoy seguro siquiera que me haya preocupado por nada, a pesar de que no tengo recuerdos, tengo esa sensación de que jamás viví preocupado. Pero ahora es diferente, ahora me preocupo, ahora vivo y existo como si tuviera cuerpo, existo más de lo que vivo, y lo hago por una persona que está tan lejos como cerca se encuentra, separada de mi por una dimensión de innumerables proporciones y al mismo tiempo tan ligera como un suspiro.

Me deslizo a través del tejado y caigo tan suave como quiero dentro de su habitación. Aún tiene los ojos cerrados y duerme con la cabeza a un lado de la cama. Admiro un poco su rostro y vislumbro superficialmente una sonrisa que va y viene de sus sueños más profundos.

Quisiera saber que sueña o con quien. Quisiera saber que se esconde en su mente más allá de lo que yo veo, después de todo no me ve, pero mi desesperada alma piensa que si.

Abre sus ojos con suavidad, veo el negro profundo de su iris y me pierdo en ellos por un segundo con profunda ilusión y amargura a la vez, se estira con un movimiento torpe y termina sonriendo para sí en una ligera carcajada que me hace sonreír también. Sé que no me ve, que no existo para sus ojos, pero me llena de placer poder hundirme en ellos con inquietante desesperación, y siento una paz, una paz como pocas que me llena el alma y algo, que no sé que es, en mi pecho. Es extrañamente lamentable, que ahora que no tengo cuerpo con el que sentir tenga tantas emociones dentro.

Me hago a un lado para no estorbar (ya lo sé, bien podría atravesarme sin siquiera sospechar que estoy ahí, pero me gusta sentir que soy gentil). Le veo en una media desnudez que deja que me permite apreciar su piel tersa y clara, es portentoso lo mucho que me gustaría sentir el calor que emana que, aunque no tengo sentidos, se que al contacto su calor podría acunar las pesadillas de mi mente como una droga de sublimes proporciones y sumergirme en una tranquilidad casi eterna.

Ahora se viste, es impresionante lo mucho que cambia y lo excesiva que es mi compulsión de mirarle, sus ojos profundos miran el espejo y ahí estoy yo para devolverle la mirada. Le veo, distingo el reflejo y mi emoción va más allá de lo inimaginable; admiro dos expresiones de su belleza y no puedo creer que algo así pueda repetirse, aunque solo se trate de un reflejo; el lado lógico me dice que lo que veo es solo el producto de lo que siento, que es una persona común y corriente en quien encuentro elementos perfectos, y si, le doy la razón a mi parte lógica, pero poco me importa, creo en lo que veo y lo que siento y me siento vivo cuando le veo. Me siento vivo y me lamento de estar muerto. Quizá sea esto lo que quiere enseñarme el destino y que nunca aprecié cuando estaba vivo: el vivir, el sentir, el ilusionarse o imaginar, son cosas que siento que no viví a plenitud (sí, me faltan mis recuerdos pero hay algo dentro que me lo dice) en mi vida y ahora no puedo evitar sentir.

Que soledad tan grande me abruma, me provoca dejarle de ver, que no exista más para no querer estar vivo, para no envidiar a cada ser que se le acerca, ni querer para mi cada sonrisa que regala, pero no puedo, no sé que sería peor si dejar de verle o seguirle viendo.

¿Qué pasaría si le digo ‘te amo’? si tuviera la oportunidad de decirle cuanto significa ahora para mi, cuanto daría lo que ya no tengo (mi vida) por estar a su lado unos instantes, sentir el sabor de sus labios finos junto a los míos y experimentar lo que con tantas ansias se cuece en mi cabeza cada vez que le miro a los ojos.

Oh que tortura en la que existo, creo que a esto se refería quien quiera que haya hablado del purgatorio alguna vez. Si, definitivamente, amar sabiendo que no puede ser es peor que tener una daga con fuego insertada en un pecho intangible, quemando órganos que no existen, causando dolor en un cerebro que ya no está, calcinando cada pensamiento que no sé de donde nace, haciendo brotar sangre del color del viento dentro de un ente que no está vivo ni muerto.