viernes, 17 de abril de 2009

Sombras a la Espalda


Los fantasmas del olvido se mueven con facilidad, mi vida se convierte en pesados recuerdos, recuerdos impresos en tinta que con el tiempo se han vuelto borrosos dibujos plasmados en un papel viejo y  apergaminado que ha pasado por miles de manos. Como una moneda de oro con la que se compra en el mercado, pasa de una persona a otra sin destino final o inicial teniendo una vida sin propósito ni meta.

 

Solo permanecer. Como el cuadro que guindas en la sala para admirarlo al principio y luego no prestarle atención porque no vale la pena. Algo de lo que te aburres con el pasar de los segundos, segundos que se mueven aceleradamente, desesperados por entrar y salir del mundo, como si al nacer inmediatamente quisieran morir. Y algunas veces es comprensible, este mundo tiene una pinta cruel e indómita que no puedes detener, que cuando quiere mostrar su peor cara la muestra y no le importa tu reacción y no sabes si quedarte, irte u olvidarte de lo sucedido porque no estabas preparado para enfrentarlo.

 

A pesar de todo ahí estas, analizando, pensando, tratando de digerir la cruda realidad. Sientes el frío del metal atravesando los huesos de tu espalda y al mismo tiempo el calor de la sangre que se resbala lenta y palpitante sobre tu piel. El miedo te impide voltear y darte cuenta a cabalidad de lo que sucede y los escalofríos avisa lo oscuro del momento que vendrá. Estas en medio de la nada, tu mundo cambia y te das cuenta después de mucho tiempo.

 

Detrás de ti alguien sostiene el mango del metal que atraviesa tus huesos una figura que se ha ocultado en las sombras, esperando a que trates de ver su rostro para ocultarlo de nuevo detrás del manto negro de la hipocresía y el cariño fingido. Te endulza y te seduce, como la serpiente lo hizo un día con Adán y llevándolo a su eterna perdición, tratando de que caigas de nuevo en la trampa y seguirte torturando.

 

Pero así como la noche existe, el día alguna vez tiene que llegar y eso es lo que ha sucedido. La luz ha dejado al descubierto tu oscura fachada. Impaciente entrometida, causante de mis pesadillas, eso es lo que has sido y serás porque no hay peor vestigio que tu en el mundo. Engañas y usas la mascara del falso; aquel que traiciona y miente, aquel que finge querer y miente eso es lo que eres ahora.

 

 Recuerdos que hay que olvidar, figuras y palabras que hay que borrar…