domingo, 23 de enero de 2011

Mask


Delante de cada rostro se fija una máscara que con el tiempo se hace irrompible, es ergonómica y transparente, imposible de ver. Solo algunos han nacido con luz en sus ojos y pueden diferenciar el rostro de la máscara, son pocos los dotados de ese don o tal vez no tan buen regalo de ver más allá de radiantes sonrisas y ojos acristalados.

Caminamos por las calles luciendo nuestras máscaras plásticas, de madera y cristal sin ninguna expresión real, solo mostrando una caratula que expresa lo que queremos que el resto vea y no lo que en realidad se oculta detrás. ¿Por qué el empeño de figurar un rostro que no es el tuyo? ¿Por qué ocultar lo que te hace un ser humano y esconderte tras el plástico la madera o el cristal? Sencillo, porque la cobardía es como el veneno más letal en la sangre y se termina esparciendo como lava en el torrente sanguíneo hasta que tus ideales pasan a ser las expectativas de otros y los ideales de los otros tus expectativas.

Lo peor de esto es que todos estamos en la misma situación y nadie escapa, por más que lo niegue, de esconderse detrás; porque la insensibilidad es la nueva equivalencia de la fortaleza y las conductas desfavorables es lo que está de moda.

Que ciegos somos algunos que no vemos el mundo con ojos reales, o tal vez somos afortunados de no ver lo de se oculta bajo las mascaras… aquí es donde el predicamento de no saber si es mejor el remedio o la enfermedad se abre paso y nos deja en una duda que se vuelve una constante exponencial al infinito.