jueves, 2 de febrero de 2012


     Y si, se hace imposible dormir. Un huracán ha puesto casa en mi estomago y un tsunami sacude mi corazón y nervios haciendo de mi sistema una completa tempestad. La emoción corre por las venas como un rio desbocado crecido por la lluvia y mi pulso se convierte en un indudable terremoto de escala imposible  de registrar.
     Horas para que la tormenta termine, solo horas para que todo sea una total historia, horas para que se decidan muchas cosas. Aún así, no paro de flotar en medio de todo, subiendo cuando el viento huracanado me lanza a las alturas y me deja tocar las nubes, para luego bajar en picada con la fuerza del oleaje. Esta será la tormenta perfecta. La tempestad para la que he esperado casi seis años y por fin enfrento una tormenta que es solo parte del show, una por la que muchos han pasado y que ahora es tiempo de calmar con mis propias manos.

No hay comentarios: