sábado, 9 de julio de 2011

Lamentos del Alma...

No estoy bien, tampoco estoy mal. Escucho los susurros del recuerdo de los días que se han ido y aún creo que estoy encerrado en una pesadilla, que es una larga noche y que probablemente mi cerebro está trabajando más de la cuenta para hacerme la vida un poco más tétrica.

No sé qué pensar, no sé si pienso… no sé si estoy atrapado bajo el control remoto de mi cerebro, si mis movimientos son míos o los controla alguien más, me siento como la marioneta que no se puede liberar. El viento sopla en mi cara, cargado de recuerdos que su viaje no paran, me muevo con sigilo y procuro esquivarlos, pero soy presa fácil pues mis movimientos no son míos.

Me pregunto donde estarás y no tengo respuesta, solo revivo tu imagen una y otra vez buscándole una puerta a este laberinto en el que me encuentro atrapado, desolado, abandonado. Luchando por las cosas que me quedan y las que creo que puedo salvar. Mis ojos se hacen charcos y de ellos manan cascadas; la tristeza se transforma en lágrimas y hace física su presencia. Mi mente se condensa, mi cuerpo es solo una presa, el letargo vino de visita para quedarse…

Aun revivo este mal sueño del que quiero despertar, aún a ti te recuerdo aunque estos días no quisiera ni pensar y entonces todo se repite en mi mente y me tortura sin parar.

Tus labios estaban cerrados en una disimulada curvatura

Tus ojos se habían cerrado en un sueño disimulado

Y parecías dormir sin pesares ni amarguras

Dejando que todo el mundo se quedara impresionado


Las voces en el silencio exclamaban su sorpresa

Por haberte visto antes bailando con soltura

Movías tus caderas al ritmo de la fiesta

Para después de unas horas despedirte sin premura


Cuando el aire se escapó del frasco que era tu cuerpo

Los pulmones protestaban en busca de un auxilio

Miles de brazos se extendieron a tu encuentro

Para prestarte la ayuda que pediste sin vacilo


Tarde llegó todo, el destino había decidido,

Aunque no dudo que luchaste y trataste de ganar,

No quedó de otra que darse por vencido

Y dejar que la vida tomara un nuevo andar


Mis ojos se vuelven olas que no se mueven como el mar

Caen como las cascadas de un profundo río

Y se convierten en letargos que intentan reparar

Aquello que me hace mal y me llena el pecho de frío


Tu presencia ahora es un vacío

Y aunque sé que entre nosotros estarás

No puedo secar este interno río

Cuyo caudal mi alma dice que curará


La sabiduría de tu alma era indudable

El confort de tus palabras sobrenatural

El carisma de tu voz incomparable

Y tu fuerza algo que no se puede equiparar


Tus enseñanzas son un legado inigualable

Tus costumbres algo hermoso para legar

Tus bendiciones extrañaremos, es indudable

Y tu fuerza en esta vida no podremos igualar


Perdidos estaremos sin tu presencia

Sentiremos el vacío y el frio de que no estás

Lloraremos ahora y siempre tu ausencia

Y te amaremos sin importar si estás aquí o estás allá

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